Ira Motos

23 abril, 2025

El sidecar: una joya sobre ruedas que brilló en Argentina

¿Sabías que hubo una época en la que las motos con sidecar eran una postal habitual en las rutas argentinas? Durante las décadas del 50 y 60, este icónico accesorio no solo fue símbolo de aventura y libertad, sino también una solución práctica para muchas familias y trabajadores. En Argentina, y particularmente en ciudades como Rosario, el sidecar vivió su época dorada, fusionando mecánica, necesidad y creatividad popular.

Un aliado para todo

Lejos de ser solo una excentricidad, el sidecar fue una herramienta multifuncional. En una época donde los autos eran un lujo y las distancias largas, muchas familias argentinas optaban por el sidecar para viajar. Permitía sumar un pasajero extra (¡o dos chicos apretaditos!) y algo de equipaje, lo que convertía a una simple moto en un verdadero “vehículo familiar”.

Pero no solo se usaba para el ocio. Muchos pequeños comerciantes y trabajadores lo transformaban en una especie de flete rodante. Desde el reparto de pan hasta la entrega de productos de almacén, el sidecar servía como medio de transporte de mercadería, ideal para moverse ágilmente por las calles de tierra o adoquines.

Incluso la policía lo incorporó como vehículo oficial. En las fotos antiguas de archivo se pueden ver patrullas motorizadas con sidecar recorriendo barrios o escoltando eventos públicos. La combinación de velocidad, maniobrabilidad y espacio adicional resultaba perfecta para el patrullaje urbano.

Rosario y el arte de fabricar sueños

En Rosario, cuna de inventiva y espíritu obrero, el sidecar tuvo una presencia muy particular. Muchos de estos vehículos no venían de fábrica, sino que eran el resultado del ingenio local. Talleres mecánicos, torneros y soldadores se ponían manos a la obra para diseñar y construir sidecares adaptados a cada necesidad. Algunos eran de chapa plegada y remachada a mano; otros, verdaderas obras de arte con terminaciones en madera, cuero y detalles cromados.

Cuentan los más viejos del barrio Belgrano que don “Tito”, un mecánico de alma, construyó más de veinte sidecares en su vida, todos distintos. “Cada uno tenía su historia”, decía. Algunos los hizo para amigos, otros por encargo, y uno —el más recordado— fue un regalo para su hijo cuando cumplió 18 años. Aún hoy, hay rosarinos que conservan estos vehículos como reliquias familiares.

En las tardes de domingo, era común ver desfilar motos con sidecar por bulevar Oroño o la costanera. Eran parte del paisaje urbano, un símbolo de movilidad y estilo. Incluso hay quienes recuerdan carreras improvisadas entre sidecares, armadas por fanáticos en los descampados de las afueras.

Open chat
En que podemos ayudarlo?
Scan the code
Hola 👋
En que podemos ayudarlo/a?